Es una casa rodante
doblada en la punta
y de estilo surrealista.
Adorna la vereda
como visita obligada
de los días.
En su interior, las sillas
no son sillas, no hay
mesas y las paredes
son de cuero.
Sus habitantes, una familia
de cinco, muy unida.
No reciben a nadie,
ni a su vecino por su olor a queso.
Juntos e inseparables
caminan a su destino
con pequeños saltos.
La casa rodante,
es mi pié.
Y yo, escribiéndole…