
Alicia estaba atrapada, encerrada entre esas opacas paredes de la habitación. Desde la ventana pequeña y angosta podía ver a esos niños en un parque. Ellos reían, corrían, jugaban divertidos.
Cómo ansiaba poder escapar para correr, y jugar con ellos. Lo deseaba tanto, tanto que creyó que ya se encontraba afuera disfrutando de la brisa suave que mecía las ramas de los árboles.
Pero no, al abrir los ojos comprobó que la realidad era la misma, miró tristemente las paredes sin brillo para cerciorarse de que todo estaba igual ¿igual? Desde el rincón más oscuro de la habitación algo brillante, luminoso, atrajo su atención. Curiosa y con ansiedad se fue acercando. “Será la figura de un cuento de hadas”. Pero al acercarse, un ser le recordó aquella película de extraterrestres que le había encantado.
Ese pequeño de extraño aspecto parecía muy amigable, le indicaba con la cabeza que se aproximara todavía más.
Sus enormes y extraños ojos no la asustaban sino que le inspiraban confianza. Por eso, lentamente fue caminando hacia el, hacia su luz casi sin darse cuenta; mientras lo hacía, pensó en los niños que jugaban en el parque; en los hermosos animales que allí había visto, hasta que la figura ya se encontraba a su lado creando ese resplandor que casi la enceguecía; logró tocar con sus manos las manos del extraterrestre y entonces toda la habitación se encendió para observar cuando iba hacia la libertad.